6 meses después...llegó el invierno en Australia

Segunda Parte de las aventuras de Lorena y Sam por Australia... Si quieres saber cómo fueron los 6 primeros meses, visita:
Y ahora, ¿Qué hora es en Australia?
http://yahoraquehoraesenaustralia.blogspot.com/

martes, 10 de mayo de 2011

El camión de la basura pasa los martes

Siempre empiezo a cepillarme los dientes por la misma muela. Muela inferior derecha. La número 2. De esta manera lo que consigo es tener esa muela un 50% más limpia que el resto de los dientes; ya que se lleva casi la mitad de pasta de dientes azul que le pongo cada mañana al cepillo. El resto de muelas y dientes reclaman más atención e igualdad, portando incluso pancartas reivindicativas: “Por una higiene bucal igualitaria: ¡Cambio!”. Intento no hacerme el loco, porque todos estamos dentro del mismo barco y si la muela número 3 se muere por falta de atención, la factura de un dentista australiano nos puede costar un riñón, con lo cual, por empezar a cepillarme los dientes siempre por el mismo sitio, la salud económica de la familia puede sufrir un serio problema. Intento solucionarlo utilizando de nuevo el cepillo eléctrico. Ese que durante su primera semana en casa hacia las delicias de nuestras bocas y que se arrinconó para siempre en el segundo cajón del baño. Hoy ha vuelto a meterse en la mía. He intentando que no fuera directamente a la muela número 2, pero mi mano me ha vuelto a traicionar.
El ruido del cepillo eléctrico se ha mezclado con el piano de Brad Mehldau tocando “Exit Music (For a Film)”. Mientras mezclaba el jazz hipnótico del piano de Brad con el molesto ruido del cepillo eléctrico me dio por pensar en unir las dos cosas.
“No estaría mal crear un cepillo de dientes eléctrico en el que sonasen tus canciones favoritas”, pensaba mientras paseaba por el pasillo.
“Eso ya está inventado”, ha soltado mi neurona tecnológica. “Los de Apple crearon hace unos años el cepillo eléctrico “Toothtunes”. Mientras te cepillas tus dientes, escuchas la música que quieres”. La neurona tecnológica siempre tan jodidamente erudita me ha fastidiado la idea.


Mientras escuchaba la canción de Mehldau por tercera vez, me ha parecido escuchar que alguien llamaba a la puerta de casa. He apagado el cepillo, el reproductor y he preguntado quién era.
“Hola vecino, estamos en plena manifestación, ¿te unes?”, es lo que me ha soltado el vecino de enfrente. El indio que vive en el número 6 de Otway Crescent.
“¿Qué sucede?”, le pregunto con las muelas relucientes. Dejo mi boca abierta para que note que ha sido limpiada equitativamente. Evidentemente el indio no me hace caso.
“¡No te has dado cuenta del trastorno que estamos sufriendo en los últimos tres días!”, me dice agitado. Fuera se escuchan voces de un grupo de vecinos, que están plantados en medio de la calle. Parece una manifestación en toda regla.
“¿A qué te refieres?”, le pregunto preocupado. O viene un ciclón, o los niveles de  radioactividad japonesa han llegado al barrio, o han matado a alguien. Mi pensamiento corre los 100 metros lisos en 2 segundos y el indio me desvela el problema.
“¡Hace tres días que no pasa el camión de la basura!”.


El funcionamiento de la recogida de basuras en South Australia no es trivial. No es como en España; que tienes tu bolsa llena de deshechos, le haces un nudo, bajas al contenedor  y la lanzas donde toque. El camión pasará esa noche, se llevará tu bolsa de basura y la del resto de vecinos que hayan generado suficiente mierda en 24 horas y a dormir. Aquí está controlado de otra manera. Tienes tres bidones en la puerta de tu casa. El rojo (desechos orgánicos); el verde (hierbajos, césped, árboles muertos…); el amarillo (plástico, cartón, hierro, juguetes, muñecas hinchables…). El bidón rojo pasan a recogerlo cada martes. Cada 7 días. El verde pasan a recogerlo cada dos semanas. Y el amarillo también, cada dos semanas. Pero nunca se van a solapar el amarillo con el verde. Así que cada martes tienes que sacar tu bidón rojo, acompañado una semana del bidón amarillo, y la siguiente semana del bidón verde. La recogida de basuras en South Australia es como un puto semáforo. “Rojo, amarillo y…verde”, que cantaban los payasos de la tele en mi infancia.
En fin, volvamos a la manifestación vecinal. Este martes tocaba bidón rojo y bidón verde. El camión de la basura de los bidones verdes pasó a primera hora sin ningún tipo de problema. Los vecinos recogimos nuestros bidones verdes, los dejamos en su sitio y esperamos a que pasase el camión de los bidones rojos. Pero éste martes no paso. Lo hizo por el resto del barrio, pero se olvido de nuestra calle. El miércoles todos los vecinos tenían su bidón rojo en la calle, y tampoco pasó. El jueves la situación continuó igual, y el viernes (mientras yo me limpiaba mis dientes de forma equitativa) los vecinos no aguantaron más, salieron a la calle y se manifestaron.
“¿Vas a salir a apoyarnos o qué?”, me vuelve a preguntar el indio.
“Si, claro, ahora mismo”, le contestoe. Tengo que hacer piña con mi calle.

Vecinos de Lorena y Sam en Otway Crescent
Número 1: Familia australiana con hijos adolescentes. Él retirado, ella a punto.
Número 3: Familia australiana con bebe recién nacido. Dos meses de llantos a horas decentes.
Número 5: Lorena y Sam: Ozito, 4 bicis, Familia Abeto, dos cepillos eléctricos. Ya sabéis, los españoles molones.
Número 7: En construcción.
Número 2: Familia australiana. Madre fashion. Padre desconocido. Hijo adolescente. Sin más.
Número 4: Familia coreana. Dos mujeres solas. Los viernes cenan pizza.
Número 6: Los indios. Abuelo Indio. Abuela India. Toro sentado y Caballo Loco.
Número 8: Papa guapo. Mama guapa. Hijo rubito. Hija rubita de rizos. Postal de Navidad y cuernos a cascoporro.

En la manifestación de la calle somos 4. Abuelo indio, la madre australiana con su bebe nuevo de dos meses en brazos, una de las coreanas y yo. Según los organizadores de la manifestación hay 50000 personas. Si estuviera la guardia civil para contar los manifestantes seríamos sólo 2 personas, pero en realidad somos 4, bueno 5, si contamos el bebé.

 “¡Esto es una injusticia! No puede ser que nuestra calle haya sido vapuleada de ésta manera”, dice Abuelo Indio que está realmente enfadado.
“Mi bidón rojo está repleto de pañales del bebé. A cinco pañales el día, imagínate cómo debe oler eso”, suelta la madre con su bebe.
La coreana está llamando por teléfono a la empresa de recogida de basuras y yo me involucro con mi calle alzando los brazos y haciendo la señal de libre aborto: “¡Nosotros parimos, nosotros decidimos!”, como lo digo en español, nadie me entiende, pero les entusiasma el modo en que me involucro con el problema de la basura. En seguida toda la manifestación está con los brazos en alto, haciendo la señal de libre aborto. La emoción nos une y no dejamos de lanzar nuestro grito de guerra hasta que llega el camión de la basura para recoger nuestros bidones rojos.

“Lo siento. Se me olvidó pasar por vuestra calle el martes. No volverá a pasar. Es que era mi primer día de trabajo”, eso es lo que nos dice el camionero de la empresa Nawma,  que es la que se dedica a recoger la basura de los suburbios del norte de Adelaide.
Abuelo Indio le reprime de forma casi violenta. “Injusticia, parimos, nosotros”, va diciendo palabras aleatorias porque está realmente excitado ante este gran problema que nos ha surgido ésta semana. Yo le sujeto para que no se abalance sobre el camión. La mirada del camionero dándome las gracias por sujetarlo me recuerda a alguien familiar.
“¡Tío!, no me jodas que dejaste de ser repartidor de Lite´n´easy” y te metiste a recogedor de basuras”, le suelto al supuesto Dios que me encontré hace unas semanas.
“Es que no sé dónde meterme ya. Otro día más tranquilo paso y hablamos”, me dice antes de arrancar el motor del camión de la basura y alejarse de Otway Crescent.
Entro en casa para terminar de cepillarme bien mis dientes. Pongo la canción de Mehldau, enciendo mi cepillo eléctrico y le sigo sacando brillo a mis muelas, a todas por igual. El camión de la basura ya habrá pasado por todas las calles de cada barrio del país. Qué duro trabajo y qué importante mantener los contenedores de basura vacíos día tras día.
Temperatura en Mawson Lakes: 15ºC. Temperatura en Vigo: 21ºC (-6). 

3 comentarios:

  1. Hace tiempo que no me reía tanto yo sola. Me faltaban tus comentarios. Me resultó muy gracioso,
    Sigue, que lo haces muy bien. Un besote mami

    ResponderEliminar
  2. hola SAM menos mal que al final se soluciono el tema de la recojida de basura-creo que fue devido
    a buestra enorme manifestacion--O puede que fueseis pocos pero muy ruidosos--y al final todo
    solucionado--y sobretodo tus dientes muy muy--
    blancos.como tiene que ser-sigue hasi...
    un beso chaooo

    ResponderEliminar
  3. Me alegro enormemente del regreso de tus fantásticas narraciones. Seguro que los escritos invernales de Australia no tendrán nada que envidiar a los antiguos. Un beso a los dos y un gran abrazo.

    ResponderEliminar