6 meses después...llegó el invierno en Australia

Segunda Parte de las aventuras de Lorena y Sam por Australia... Si quieres saber cómo fueron los 6 primeros meses, visita:
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jueves, 12 de mayo de 2011

La hormiga atómica odia los pañuelos de rayas

“Te voy a pedir algo un poco raro”, me suelta Lorena nada más descolgar el teléfono.
“Dime”, le digo yo. Su voz parece relajada, no hay gritos alrededor, ni suenan sirenas de ambulancias o bomberos de fondo, con lo cual deduzco que ella debe estar bien. Mientras espero que me diga qué sucede, mi cabeza, que hoy está especialmente ágil, me da una posibilidad de qué puede suceder.
Opción 1.
Hay un japonés de 90 años que quiere ser doctor en Física. Ha aplicado por un puesto de trabajo en el Instituto Ian Wark y va a ser el nuevo estudiante de doctorado de Lorena. El japonés acaba de llegar a la ciudad y necesita que alguien le haga un tour por Mawson Lakes. “Neno, ¿puedes hacerle tú un tour a mi nuevo estudiante de doctorado? Es que yo estoy un poco liada y no puedo”.
Si esta es la opción real, por supuesto que le voy a decir que sí.
Lorena me vuelve a llevar a la realidad con su voz.
“Es que vas a flipar cuando te lo cuente. Parece de película”, me dice. 
Mientras acabo de pensar en la opción 1, ya me veo haciendo el paseo por los lagos de la ciudad con el japonés de 90 años, pero tengo que contestar a la última frase que me ha dicho Lorena.
“Claro que puedo, pero ¿de qué se trata?”, le pregunto. Mi cerebro crea una segunda opción antes de que Lorena me cuente lo que ha pasado de verdad.

Opción 2.
Hay una chica que es fotógrafa que está haciendo un estudio sobre el efecto del deporte en las uñas de los pies y necesita modelos de uñas de pies afectadas por el deporte. Necesita modelos de pies con dedos afectados. Es una sesión rápida en dónde van a tomarme un par de fotografías de mis uñas fastidiadas: la del dedo gordo del pie izquierdo y otra más a la uña del medio (¿corazón del pie?) de mi pie derecho. Pagan 1dolar por uña, con lo cual me van a pagar 2 dólares y un vaso de zumo de melocotón.
“Claro, amore, y ¿esa chica es de la universidad?”, le preguntaría a Lorena si realmente esa fuera la opción.
“Si, si, es la nieta de un japonés de 90 años que acabamos de descartar para que sea mi nuevo estudiante de doctorado”.
“Claro,  lo que sea”, le diría sin dudarlo. 
En ese momento del pensamiento,  Lorena me explica la situación real de lo que pasa.

“Mira, resulta que Melanie y Muireann se han quedado encerradas en el coche y no pueden salir de allí porque tienen las llaves dentro de la casa. Así que han llamado a Regis (que vive en la misma casa), para que vaya a buscar las llaves del coche y les abra. Pero él no tiene las llaves de su coche, con lo cual, no podemos ir a buscar las llaves del coche de Melanie y sacar a las dos de dentro de la casa…del coche”.
Mi ojo derecho empieza a tener uno de esos tics en el que tiembla a gran velocidad. "Estamos en Nochevieja de 1985 y se me están quemando las empanadillas de Encarna en Móstoles…", es lo primero que me viene a la cabeza después de escuchar el relato de Lorena de un tirón.
“¿Cómo?”, le dice mi boca a Lorena tomando el mando de la situación. La cabeza y el ojo derecho siguen temblando. La explicación de Lorena no ha sido caótica, lo que pasa es que mis neuronas son un poco desordenadas.
“¿Qué si puedes venir a buscarnos para llevar a Regis a su casa y sacar a las chicas de allí? Que se han quedado encerradas en el jardín”.
“¿En el jardín del coche?”, el elemento “jardín” es nuevo en la película. Mis neuronas están flipando.
“A ver, ¿te has enterado de lo que ha pasado?”, me pregunta Lorena, que debe haberse dado cuenta de que no he pillado de qué va el rollo.
 “Que las chicas se han metido en el estudio de uñas japonesas y tienen que hacer fotos del coche cerrado…”, el guionista le pasa una hoja escrita a mano al cerebro y mi boca suelta ésa perla. “Qué cabrón, no me hagas eso”, le replico desde dentro.
“Oye, ¿estás bien? Si no puedes venir no pasa nada”, me dice Lorena.
“Si, sí, es que no me había enterado muy bien de lo que había pasado”.
“Entonces, ¿puedes venir a buscarnos para que vayamos a sacarlas de casa, o estás ocupado?”.
“Si,si, no te preocupes, ahora mismo voy”.

Tengo que dejar de merendar según qué cosas. Mi mente se está convirtiendo en un montón de historias sin sentido que van a terminar conmigo. Me pongo los vaqueros, la camiseta de rayas verdes y gris, y un pañuelo de rayas rosa y azul. Según Lorena, combinar tantas rayas de colores tan dispares no es bueno para mí estética. Yo le explico que quiero crear moda en Australia.
Mi próximo reto es ponerme un pantalón de cuadros, camiseta de rayas y un pañuelo de flores. La gente va a seguir mi estilo y voy a ser un icono de la moda australiana, pero ese es otro tema.

Llego a la puerta del trabajo de Lorena. Con mi pañuelo rosa y azul, la camiseta a rayas y los vaqueros roídos, me siento el acompañante perfecto para un superhéroe. Me siento Robin. Regis es Batman. Y Lorena es la hormiga atómica interpretada por Halle Berry. Me explico: Cuando Hollywood me compre los derechos de la historia de hoy, el personaje de Lorena lo va a interpretar Halle Berry. El mío estaría bien representado por Johnny Depp. Y el de Batman les dejamos a los productores que elijan el actor que más le guste.

Nos subimos los tres al coche. El motor ruge. Pongo tercera para salir del aparcamiento y por supuesto se me cala.
“No os preocupéis, chicos. Esta todo controlado”, les digo y vuelvo a encender el coche. Pongo primera y a por al rescate. Como buena historia de Hollywood que es, tiene su parte romántica. Robin y la hormiga atómica tienen un lío desde el inicio de la película. Se besan en cada escena y ya no pueden ocultar su amor.
“Chicos dejaros de besos que hay que ir a rescatar a las chicas”, suelta Batman mientras esperamos que el semáforo que cruza Salisbury Highway se ponga verde.
En menos de cinco minutos llegamos a la casa de Melanie. El coche está aparcado fuera. Ellas no están dentro. Entramos por la puerta del jardín sorteando decenas de botellas de Coopers vacías, ramas de árboles caídos y los rayos del sol inciden directamente en nuestros ojos. Con mi pañuelo rosa y azul soy capaz de taparme del frío y taparme a la vez del sol. Es el verdadero protagonista de la película. Cuando los productores de Hollywood vengan a por mi historia, les voy a proponer un título: “Batman, Robin y la hormiga atómica en el reino del pañuelo rosa y azul” Quizás sea un título excesivamente largo, pero tiene que quedar clara la importancia de los elementos. Las chicas están sentadas en el sofá con cara triste. Nos piden disculpas por las molestias y yo soy el único que les agradece que me hayan regalado una aventura tan increíble.
“Es lo mejor que me va a pasar hoy. Seguro”, les digo.
Batman abre la puerta del comedor con su llave y las chicas están rescatadas.
Fin de la película. Títulos de crédito final con música de fondo con una canción a dúo entre Bruce Springsteen y Eddie Vedder. Beso final de película entre Robin y la hormiga atómica y vuelta al trabajo.

Los chicos se van al Instituto Ian Wark a seguir descubriendo curas contra el cáncer, mientras yo regreso a casa, dejo mi iPhone encima de la mesa y espero otra llamada de alguien que esté necesitado para salvarlo.

Mediodía en Mawson Lakes. Voy a ver si veo al japonés de 90 años y a su nieta fotógrafa para darme un paseo con ellos alrededor de los lagos de la ciudad hasta que alguien necesite nuestra ayuda. Por supuesto llevo puesto mi pañuelo de rayas.

3 comentarios:

  1. hola SAM al final aparte de un gran escritor te bas a combertir en uno de los mejores diseñadores
    australianos con los modelitos que te pones..
    y puede que un grandisimo entrenador personal..
    bueno para tu padre seguro que si.
    UN BESO PARA LOS DOS----AAAAADIOSS

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  2. hola SAM yo creo que despues de todo el relato tu lo que querias era ver a la nieta del señor japones.. seguro que seria una buena fotografa y el abuelete se conserba muy bien SALUDOS Y BESOS PARA LOS DOS AAAAAADIOS

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  3. Me gusta lo de la fotografa de uñas afectadas por el deporte. Con lo que te puedes encontrar. Lo de Batman es fantástico, rescatando a las chicas. Lo del futuro doctor con 90 años,es increíble,tener tanta capacidad y que las neuronas
    funcionasen. Ya me gustaría con esa edad hacer cursos de doctorado.mami

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